Hamburguesas de células madre

ciencia_hamburguesa2_webEste verano asistimos al anuncio en los medios de la creación de la primera hamburguesa a partir de células madre de vacuno. Un consejo, si los anuncios de avances en ciencia se producen en ruedas de prensa y como parte de un espectáculo, desconfíen del valor científico de lo anunciado. La ciencia tiene unos mecanismos y unas vías de comunicación bien distintas. Uno debe esperar que esos anuncios se produzcan como parte de una comunicación en un congreso y siempre respaldados con una publicación seria detrás en una revista de prestigio y tras un proceso de revisión por expertos.

Esta hamburguesa de células madre es el resultado de un proyecto financiado por uno de los creadores de Google, es decir, un genio en operaciones de marketing y demás, pero no un filántropo que apoye la ciencia. Pretende ser el substituto de la carne obtenida por métodos tradicionales, que como es sabido depende de ganadería intensiva, implica no pocos problemas de contaminación y el sacrificio animal.

Se habla también de desarrollar una tecnología que permita alimentar con carne a los países pobres. En realidad el tercer mundo podría alimentarse si se enfocase la ayuda a potenciar su propia capacidad de producción de alimentos y no a base de mandarles carne de laboratorio. Dedicar esfuerzos tecnológicos tan exagerados para un fin como este parece totalmente desorbitado y fuera de lugar.

Pero existen además dos problemas principales que hacen que esta idea sea descabellada: Por una parte el coste económico, desorbitado. Por otra, la seguridad alimentaria, incierta. Todo proceso es infinitamente más caro en su fase experimental que en su desarrollo industrial, pero los métodos imprescindibles que se requieren para poder desarrollar este producto (basados en cultivo celular) son intrínsicamente carísimos. Los problemas de seguridad alimentaria que plantea el consumo de un producto de laboratorio de este tipo son enormes. Hay que tener en cuenta que se trata de ingerir tejido vacuno que parte de células vivas pluripotentes con capacidad tumoral y mantenidas con factores de crecimiento y agentes con capacidades no testadas para su consumo. Si la introducción de cualquier nuevo alimento requiere de unos estrictos controles de seguridad alimentaria y debe superar unos rigurosos tests que se demoran muchos años, aprobar para su consumo un producto generado con múltiples componentes no destinados al consumo humano y de acción incierta parece un proceso insalvable.

Pensemos en cualquier producto biotecnológico con uso farmacéutico, por ejemplo la insulina para los diabéticos, la hormona de crecimiento, las vacunas sintéticas … Son productos muy caros que aportan un beneficio indiscutible porque sirven para mejorar nuestra salud (en muchos casos de manera decisiva) y cuya alternativa natural es igualmente cara y mucho más insegura. Insulina u hormonas sintéticas son más seguras que sus equivalentes extraídos de animales o de humanos que pueden arrastrar impurezas con actividades inciertas. Vacunas recombinantes producidas exclusivamente con porciones de antígenos representan opciones más seguras que meternos virus enteros pese a que estén inactivados. En cualquier caso, estos productos farmacéuticos requieren de muy rigurosos tests de seguridad y efectividad. ¿Someteríamos a esos estándares a la carne que vamos a usar en nuestras hamburguesas?

Por todos estos motivos, y teniendo en cuenta la enorme cantidad de posibles aplicaciones beneficiosas de las células madre, parece una idea bastante peregrina centrar esfuerzos y recursos en alcanzar un objetivo como este.

En el Faro de Vigo recogieron nuestras opiniones al respecto: http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2013/08/07/futuro-incierto-carne-laboratorio/857116.html